La historia en la que tú decides

Calendario por turnos


A New Beginning - 25 de diciembre
Twinslandia - 28 de diciembre
Noemi - 31 diciembre
Esther - 3 de enero
Lena -6 de enero
Vicky - 9 de enero
My Real Life - 12 de enero

Capítulo 1

Escrito por Marta de a New Beginning


Uno de mis momentos favoritos del día es cuando te encuentras bajo las sábanas, todavía sumida en el recuerdo de tus sueños y el sol empieza a colarse entre las rendijas de la persiana, sintiendo el calor de sus rayos en tu piel y creando un ambiente cálido y confortable en la habitación a pesar de estar en invierno. Si añadimos a esto que es sábado y que te espera un fin de semana para disfrutarlo con toda la tranquilidad del mundo, la cosa mejora mucho.
¿Esto hubiera sido perfecto, verdad? Pues la realidad se aleja de lo que hubiera sido ese fin de semana perfecto, pero empecemos desde el principio:

6.30 AM Casa de Sandra.
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- Mmm... - Cogí a tientas el móvil que yacía en la mesilla, sin apenas abrir los ojos - ¿Sí?
- Oye, ¿me puedes venir a buscar? Como mi madre se entere de que no he pasado la noche en casa me mata y no tengo dinero para coger el bus.
- ¿Estás de coña? Son las 6.30, a estas horas no soy persona y pretendes que me meta en el coche, vaya  vete tú saber a dónde y te salve el culo después de llevar más de una semana sin contestar mis llamadas. - Me incorporé en la cama mientras me restregaba los ojos con la mano libre para liberarme un poco del sueño.
- ¡Venga por favor! Te prometo que te lo compensaré.
- Más te vale. ¿Dónde estás?

Estaba harta de tener que ir siempre detrás de Paula, eramos amigas desde la infancia pero desde que cumplió los 18 no hay quien la reconozca. Sus padres estaban hartos de su comportamiento; cada dos por tres desaparecía durante dos o tres días y volvía a casa sin dar explicaciones, cambiaba de "novio" como de camisa, y era conocida como una gran NINI, ni estudiaba ni tenía intención alguna de trabajar. Sus padres ya le habían amenazado varias veces en echarla de casa si no cambiaba, pero al final siempre les daba pena y le daban otra oportunidad.

Pero qué podía decir yo, que a estas horas de la mañana me estaba dirigiendo hacia un suburbio de las afueras de la ciudad. Aparqué el coche en la calzada, a unos metros del bar que me había indicado. Esperé cinco minutos largos y en vista que no aparecía la llamé al móvil, pero cómo no, saltó el buzón. Genial, ¿ me hace venir hasta aquí y no tiene la poca decencia de salir?
Estaba harta, salí del coche dando un portazo y me dirigí hasta el bar. Sin pensármelo entré dentro, porque sabía que si le daba vueltas me iría por donde había venido. No se merecía una amiga como yo, es más, yo no me merecía a alguien como ella.

Las expectativas era como me las imaginaba: Música a todo volumen, olor a alcohol y tabaco que echaba para atrás y un gran jolgorio de voces entremezcladas. Mis ojos iban de un lado a otro, buscándola  hasta que por fin la vi; estaba sentada encima de una mesa de billar, rodeada de un grupo de tíos y con unas cuántas copas a su alrededor.

- ¡Eh! ¡Vámonos de aquí ya! - Con tanto estruendo casi ni podía oír mi propia voz.
- Oh, has venido. - Vino hasta a mi tambaleándose y me rodeo con su brazo por los hombros. - Sabía que no me fallarías, mira te voy a presentar a unos amigos que me han invitado a un par de copas - Como si mi mal humor fuese poco, ahora tenía que aguantarla borracha.
- He dicho que nos vamos, ya. - La agarré del brazo y la arrastré hacia la puerta, pero uno del grupo se interpuso.
-¿Se puede saber qué haces? Nos lo estamos pasando bien, no arruines la noche. - Dijo con una voz grave.
- Me parece muy bien, pero ya ha tenido suficiente por hoy, así que se viene conmigo. - Intenté desviarme hacia un lado pero el chico pegó un silbido y en menos de un segundo me encontré rodeada por su grupo de amigos. Esto no pintaba bien.



Capítulo 2

Escrito por Twins de Twinslandia


Me giré hacia el lugar por el que había venido, mirando la puerta, deseando poder largarme de allí, pero la realidad era que estaba rodeada por unos cuantos tíos bien cachas y no parecían precisamente muy amigables conmigo.
En un intento desesperado por huir, eché a correr hacia la salida, pero uno de los chicos me empujó, y sin apenas tocarme, caí al suelo de inmediato.
-¿Pero qué problema tenéis? –grité intentando no parecer intimidada.
-Nuestro problema eres tú –dijo uno de los chicos señalándome con el dedo.
-Está bien, ya me voy, es toda vuestra –les dije en un tono bastante pasivo. A partir de ahora no me iba a ocupar más de los problemas de mi amiga. -¡Paula, no me vuelvas a llamar! –elevé el tono de mi voz para que Paula, que estaba fuera del círculo sin preocuparse en absoluto por mí, pudiera oírme.
Aproveché el momento en el que Paula comenzó a hablar para salir pitando de allí, ni siquiera me detuve a escuchar qué estaba diciendo. Ese no era mi lugar.
Cuando estuve en la calle del bar, me dispuse a coger del bolsillo las llaves del coche, pero después de asegurarme bien, observé que las llaves no estaban donde tenían que estar.
-¿Buscas esto? –preguntó una sombra en el callejón que alzaba algo a lo alto. Tenían que ser mis llaves.
-¡Devuélvemelas! –me dirigí hacia él y empecé a saltar para recuperarlas.
El chico rio con una risa que estaba fuera de lugar para mí. Si fuera más alta se las habría arrancado de la mano de un zarpazo y le habría quitado esa sonrisa de la cara.
No podía acceder a ellas. Mi cabeza apenas le llegaba a su pecho y saltar no me servía de nada, por no hablar de que se notaba que tenía más fuerza que yo, el tío no es que fuera un fideo.
Cuando pensaba que la situación volvía a estar descontrolada, otra sombra apareció en el callejón y fue directa hacia nosotros.
-Ya la has oído, ¡devuélveselas! –dijo el recién llegado, con una voz masculina, la cual no reconocí.
Como veía que el otro no estaba por la labor, mi salvador le atestó un puñetazo en el estómago, y se tiró al suelo sollozando del dolor.
Le quitó las llaves de la mano y me las puso en la mía, mirándome a los ojos. Ahí es cuando finalmente pude ver su cara. Esos ojos verdes no eran la primera vez que los veía. Su cara me era muy familiar, pero no llegaba a recordar de qué me sonaba tanto.
-Te he salvado de una buena, ¿no? –dijo a la par que sonreía.
-La verdad es que sí, gracias. No suelo meterme en problemas, pero es que… bueno, es una larga historia. ¿De dónde has salido?
-Estaba al otro lado de la calle cuando vi que necesitabas mi ayuda.
-Podría habérmelas apañado, seguro –dije, aunque no muy convencida.
-Ya, claro –dijo, enarcando una ceja.
Me miró como si esperara a que dijera algo, aunque no supe cómo reaccionar. Seguía teniendo esa sensación de que lo conocía de algo, pero la iluminación no me llegó.
-Ahora que tengo mis llaves me voy a casa. De nuevo, muchas gracias por tu intervención –dije encaminándome hacia el coche.
-¡Espera! –dijo agarrándome del brazo, y me volví hacia él.


Capítulo 3

Escrito por Noemi de Lunnaris World

Fue un error. Al instante quedé atrapada en su mirada. Un escalofrío me recorrió la espalda. ¿Qué me estaba pasando? Nunca había experimentado esa sensación. 
    Con un gran esfuerzo, volví a la realidad y me zafé de su fuerte agarre. 
    - ¿Qué estas haciendo? - le pregunté indignada - Ya te he agradecido tú ayuda. Ahora quisiera volver a casa. 
    - De acuerdo. Siento si te he asustado. Nos volveremos a ver. 
    Después de esa afirmación, se dio la vuelta y se marchó, dejándome allí plantada sin saber que hacer. ¿A qué venía eso? 
Una vez que me hube serenado un poco, me metí en el coche y tomé rumbo hacía casa. Con lo bien que estaba yo durmiendo en mi cama. Esto no se lo iba a perdonar a Paula en la vida. 

8.30 AM 

    Por mucho que me esforzaba, no conseguía dormirme. Mi paseo tempranero y mi charla con el chico de ojos verdes habían conseguido desvelarme totalmente. ¿Por qué me miraba de forma tan cálida como si me conociera de siempre? Por más vueltas que le daba no conseguía recordar de que lo conocía, si es que era verdad que lo conocía. Puede que mi subconsciente me estuviera jugando una mala pasada. Estaba muy confundida. 
     Harta de dar vueltas en la cama, retiré la colcha y me deslicé fuera de la cama. ¡Qué frío hacía esa mañana! Antes no lo había notado tanto. 
    Me acerqué a la ventana y miré a la lejanía. El amanecer era precioso desde mi casa del séptimo piso. No soy una persona a la que le gusten las alturas, pero ahora no me arrepiento de la decisión que tomé en su día. 
    Una vez que el sol hubo salido del todo, paseé la mirada por los tejados de los edificios. ¿Pero que veían mis ojos? ¿Había un hombre en la azotea de uno de los edificios o el cansancio me estaba jugando una mala pasada? 
    Cerré los ojos un par de segundos y al volverlos a abrir la figura seguía allí. Mirándome. Una sensación de agitación me recorrió el cuerpo. Con ese porte y esa ropa tan inmaculada no había duda de que se trataba del chico de los ojos verdes. ¿Qué querría de mi? 
    Tan alterada como estaba, decidí darme una ducha. Cuando saliera del baño seguro que me encontraba mejor y las cosas volverían a ser como antes. 
    ¡Qué equivocada estaba! 

    Sandra .... Sandra .... 
    Tú no me conoces a mi, pero yo sí que te conozco a ti. Estamos destinados a estar juntos. El destino ya está escrito y no hay vuelta a atrás. 


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